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Baile caja dulzaina (un baile netamente local)

En una de las festividades de San Juan a fines del año 1987, fui gratamente sorprendido por la súbita presentación de los danzantes de Cañaris que, habiendo practicado durante horas en una de las casas de los danzantes y de haber libado algunas copas de licor, hacían su aparición comandados por don Víctor Huamán Reyes que no solo los había convocado, sino también los había agasajado, ayudado a reencontrar sus ritmos y luego persuadido para que hicieran su aparición pública. Eran apenas ocho los danzantes que seguían el ritmo de un «mamita» o músico que hacía brotar de una rústica trompeta (dulzaina) de madera una música muy especial, acompañado de un tambor hecho con cuero. La vestimenta de los danzantes era del diario, salvo el detalle de sus ponchos cruzados en el tórax, un atuendo de carrizos en la cabeza y blandían unas espadas de madera llamadas palios. Solo dos danzantes tenían atados a una de sus piernas unos «cascabeles», a manera de sonajeros. Era evidente que a los danzantes les faltaba entrenamiento y se habían pasado de licor, pero igual congregaron a la gente y constituyó todo un espectáculo.

Lo llamativo fue la presencia de don Víctor Huamán en todo este proceso y más notable todavía porque hacía las veces de «autor» o director de la danza, es decir el que marcaba los pasos, el que ordenaba los cambios y el que tomaba decisiones con una concentración de experto. Todo parece indicar que el cacique no tuvo interés en que la presentación de los danzantes apareciera en el programa oficial del evento, simplemente decidió presentarlo en el momento y condiciones que a él o al grupo le pareció adecuado. Yo sentía que en el medio de este asunto estaba la evidente rivalidad entre el cacique y las nuevas autoridades comunales y municipales que respondían a una determinada política que parece no era compartida por el cacique y su gente.

Fuente: Pedro Alva Mariñas

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